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La cazuela de fideos es otro de esos platos de la memoria sentimental: Desde que tengo uso de razón aparecía en el menú familiar con los primeros fríos del otoño y desaparecía con los calores del verano (aunque alguna vez reaparecía en agosto como la santa inquisición de los Monty Python, cuando menos se lo esperaba).
Esta que os traigo es una versión vegetariana en la que las almejas y gambas que tenía la receta de mi madre han sido sustituidas por unas setas (tipo cardo).
Para el sofrito:
- 1 tomate.
- 1 pimiento.
- 1/4 Cebolla.
- 2 ajos.
- Alcachofa.
- Judías planas (Habas en la receta original).
- Patata.
- Fideos.
- Azafrán.
- Ajo.
- Una rebanada de pan.
- Almendras crudas.
-Preparación:
Cortar las patatas en cachelos (un día tenemos que hablar de "cachar" las patatas), las alcachofas en cuatro partes (quitando las hojas mas exteriores) y las judías en trozos.
Cocer las patatas peladas, alcachofas y las judías con el azafrán.
Hacer sofrito y después pasar por batidora.
Si vamos a ponerle el majado, freimos en una sartén los ajos con KAS almendras y el pan, los pasamos por el mortero y lo añadimos para engordar el caldo.
Cocer todo junto. Añadir los fideos a la cocción y, si van a usarse, las almejas y gambas peladas en el último momento.
Agregar un poco de hierbabuena al caldo antes de servir.
Tal vez llamarlo falsa lasaña hace de menos un plato que, en realidad, es una auténtica delicia, pero ya que no incluye pasta ni bechamel en su preparación, creo que sirve para hacerse una idea bastante certera acerca del mismo.
El plato es sencillo en su concepto, capas de passata de tomate, berenjenas laminadas asadas y queso, mucho queso, cordilleras de queso.
- Ingredientes:
- 2 berenjenas medianas.
- 2 bolas de queso mozzarella.
- 1 bote de passata de tomate (400g).
- 1/2 pimiento rojo.
- 2 dientes de ajo.
- Sal, aceite de oliva virgen extra y pimienta.
En primer lugar laminaremos las berenjenas y las asaremos ligeramente al horno con un poco de aceite de oliva y sal. Mientras están en el horno, pasaremos por la sartén los ajos (que habremos laminado) y el pimiento rojo (cortado en juliana) y cuando estén dorados añadiremos la passata, que sofreiremos ligeramente pero no hasta el punto de convertirla en tomate frito.
Una vez listas la salsa y las berenjenas, las dispondremos en una fuente de cristal para hornear en capas superpuestas de salsa, berenjenas y mozzarella que finalmente cubriremos con parmesano al gusto (y espero que el gusto sea mucho parmesano ;).
Hornearemos a 175ºC durante unos 35-45 minutos, dependiendo de tal tamaño de la fuente de hornear y la profundidad de las capas aunque, al estar los ingredientes previamente cocinados, el color del gratinado nos servirá como indicador de que el plato está listo.
No por el hecho de estar cuidándose un poco (o un mucho, eso depende de cada cual), tenemos por qué privarnos de algún capricho dulce con el que acompañar el café o las infusiones. Estas galletas, son un buen ejemplo de ello.
A partir de la receta de galletas de avena y naranja con aceite de oliva (del siempre recomendable blog de isasaweis), preparé una buena horneada adaptándolas a mi gusto con algunos cambios en los ingredientes: Añadí zanahorias (¡me encantan en repostería!), les quité el huevo y el zumo de naranja y, además, les reduje la cantidad de azúcar y aceite sin que se resintiera en absoluto su sabor ni textura.
Es cierto que sin el huevo el resultado está más cerca de la granola que de la galleta pero son jugosas, con una corteza crujiente y, gracias a la zanahoria, tienen un color muy atractivo.
Es cierto que sin el huevo el resultado está más cerca de la granola que de la galleta pero son jugosas, con una corteza crujiente y, gracias a la zanahoria, tienen un color muy atractivo.
- Ingredientes (para diez galletas):
- 100g de copos de avena.
- 50g de harina integral de trigo.
- 40g de azúcar moreno.
- 45g de aceite de oliva.
- 1 zanahoria grande rallada finamente.
- 1 c/s de miel.
- 1 c/c de levadura química.
- La ralladura de un limón.
- Una pizca de sal.
- Preparación:
Se mezclan los ingredientes en un bol, se dejan reposar diez minutos, y después, con las manos mojadas, se hacen "tortillitas" de medio centímetro de altura que hornearemos sobre papel de horno a 175ºC durante doce minutos.
Conviene dejarlas enfriar en rejilla durante unos minutos antes de comerlas pero... ¿quien soy yo para impediros vivir locamente?
Se mezclan los ingredientes en un bol, se dejan reposar diez minutos, y después, con las manos mojadas, se hacen "tortillitas" de medio centímetro de altura que hornearemos sobre papel de horno a 175ºC durante doce minutos.
Conviene dejarlas enfriar en rejilla durante unos minutos antes de comerlas pero... ¿quien soy yo para impediros vivir locamente?
De alguna manera, este arroz bebe de la tradición del arroz de los montes que se prepara en Málaga (especiado, más meloso que caldoso) pero como único ingrediente, además de los del sofrito y el propio arroz, he usado judías verdes.
En casa somos muy de arroces (personalmente a mi, me pirran) e intentamos, especialmente en invierno, tener siempre en el congelador una o dos fiambreras del que para mi es el segundo gran secreto de un buen arroz: Un buen caldo de verduras. ¿Cómo? ¿Que no he hablado del primer secreto? El primer secreto, claro está, es un buen sofrito preparado con ingredientes naturales y con mucho tiempo por delante. ;)
- 2 dientes de ajo.
- Media cebolla.
- 1 pimiento verde.
- 2 tomates.
- 1 manojo de judías verdes (habichuelas verdes).
- 1 ramita de Perejil.
- 1 taza y media de arroz.
- 4 tazas y media de caldo de verduras.
- 1/2 taza de vino blanco de cocina.
- Aceite para el sofrito.
- Sal, pimienta, comino, pimentón de la vera y unas hebras de azafrán (opcional).
Se prepara un sofrito a fuego fuerte con los ajos, cebolla y pimientos bien salpimentados. Cuando este empiece a dorarse, bajamos a fuego medio y añadimos el perejil y el comino y, muy poco a poco, la media taza de vino hasta que se consuma completamente. En este punto, añadimos los tomates picados muy finamente, junto con las judías que habremos lavado y troceado y cocemos durante unos quince o veinte minutos.
Añadimos el arroz y cuando lo hayamos integrado bien en esta mezcla, añadimos el pimentón y el azafrán y el caldo que previamente habremos calentado. Cubrimos y cocinamos a fuego bajo hasta que el arroz esté al punto y el caldo se haya consumido casi completamente.
Damos cinco minutos de reposo fuera del fuego antes de servir.
P.S.: Las gracias de las que habla el título son las que quiero daros por haber hecho que esta semana el número total de visitas a este blog llegue hasta la cifra redonda de 150.000 visitas. Una bestialidad para un blog como este, pequeño y sin absolutamente ninguna pretensión más que compartir con vosotros fotografías y recetas de algunos de los platos que preparo en casa. Así que, de nuevo, muchísimas gracias por estar ahí durante los últimos cinco años.
Esta de soda bread, es una sencilla receta para aquellos que no pueden tomar trigo ni levadura y quieren darle un poco de alegría a sus tostadas.
- 500g de harina de espelta.
- 1 c/c sal.
- 2 sobres preparado gasificante litines (o 2 c/c de bicarbonato y 2 c/c zumo de limón).
- 1 taza leche de arroz, almendras o equivalente vegetal.
- 1 taza de agua.
- 1 c/s miel.
- 1/4 taza de aceite.
- Opcional, Semillas para cubrir el pan.
Precalentamos el horno a 180ºC. Mezclamos los ingredientes secos hasta que la mezcla sea uniforme con los sobres morados del preparado (gasificante o bicarbonato), mezclamos los ingredientes húmedos y los sobres blancos del preparado (acidulante o zumo de limón) y después unimos ambos mezclando sin amasar.
Colocamos sobre un papel de horno formando un bollo, mojamos la superficie con las manos (como si fuese barro de modelar), le hacemos un corte longitudinal para facilitar su expansión y horneamos durante 30 minutos a 180ºC y 25-30 a 150ºC.
La receta original, y que aquí he simplificado, es Irish Soda Spelt Bread de The healthy chef.
La receta original, y que aquí he simplificado, es Irish Soda Spelt Bread de The healthy chef.
El kadai paneer es un plato vegetariano, especiado y sabroso, cuya base es el paneer, un queso fresco que también puede ser sustituido por tofu con muy buen resultado.
- 250g de paneer (o queso fresco común o tofu).
- 5-6 tomates medianos picados.
- 5 dientes de ajo prensados.
- 1 trozo de jengibre fresco en juliana.
- 1 o 2 pimientos verdes.
- 1 y 1/2 c/s de semillas de cilantro.
- 1 c/c harissa.
- 1/2 c/s de garam masala.
- 1/2 taza de hojas de cilantro.
- Sal y pimienta al gusto.
Saltear el queso en una sartén y apartar. En la misma sartén, sofreír el ajo y el jengibre. Añadir los tomates picados y saltear hasta deshacer. Picar las semillas de cilantro y añadir con la harissa a la salsa de tomate. Seguir salteando hasta que el tomate quede casi convertido en pasta.
Añadir el pimiento y saltear ligeramente (ojo, queremos que quede crujiente) salpimentando y añadiendo el garam masala. Finalmente, añadir el queso y el cilantro, mezclar con el resto de ingredientes y servir con arroz blanco.
Antes de empezar la temporada fuerte de ensaladas frías, aprovechamos los últimos días de frio no excesivo calor para consumir proteínas vegetales en forma de cocidos y caldos con legumbres. Este es un clásico en casa: Un especiado cuscús vegetariano.
- Ingredientes:
- 1 cebolla grande.
- 4 dientes de ajo.
- 2 zanahorias grandes.
- 2 patatas.
- 350g de garbanzos.
- 2 tomates medianos.
- 380g de cuscús.
- 300g de calabaza.
- Jengibre fresco y 1/2 vara de canela en rama.
- Perejil y cilantro.
- Sal, pimienta y aceite.
La noche antes, se ponen los garbanzos en remojo (al menos 12 horas).
Se pican muy finas las cebollas y los ajos y se sofríen en una olla. Se añaden el cilantro y el perejil también picados y se saltean. Se añaden las especias y las zanahorias y cuando estas empiecen a dorarse se añaden dos litros de agua (hirviendo), los garbanzos y las patatas y la calabaza partidas en trozos irregulares. Salpimentamos, llevamos a ebullición y una vez rompa a hervir dejamos a fuego medio durante hora y media (Durante la primera media hora tendremos que desespumar el caldo).
Finalizada la cocción podemos servir el caldo y las hortalizas con el cuscú,s que prepararemos en una olla añadiéndole la misma cantidad de agua hirviendo que de sémola junto con un poco de sal y aceite y que cubriremos con su tapa hasta que el grano absorba el agua (al servir, podemos añadir un poco más de aceite para aderezar).
Una ensalada distinta y apetitosa, ligeramente ácida, fresca y aromática.
Este tabulé simplificado (adaptada de Birdymum/jamieoliver.com bloggers), más parecido al marroquí que al libanés, está preparado sin yogur y aderezado con aceite de oliva pero conserva las notas ácidas del zumo de limón, el cilantro y el perejil frescos.
Los ingredientes son muy sencillos: Cuscús (hervido en caldo vegetal), tomates cherry, pepino, unas ramitas de perejil y cilantro, unas hojas de menta, el zumo de un limón, aceite y sal. Mezclamos los ingredientes y aderezamos al gusto aunque intentando que destaquen cilantro y menta.
Los ingredientes son muy sencillos: Cuscús (hervido en caldo vegetal), tomates cherry, pepino, unas ramitas de perejil y cilantro, unas hojas de menta, el zumo de un limón, aceite y sal. Mezclamos los ingredientes y aderezamos al gusto aunque intentando que destaquen cilantro y menta.
Unos macarrones cocidos al dente y luego horneados entre una montaña de queso. Quizás no muy adecuados para comerlos con frecuencia pero si para darse un capricho invernal.
La receta es muy sencilla y puede adaptarse a los ingredientes de los que dispongamos en casa: Se cuecen los macarrones (o una pasta corta similar, estilo fusilii) durante apenas cinco minutos, los escurrimos y los pasamos a un recipiente tipo pyrex, en el que previamente habremos restregado unos dientes de ajo. Allí los mezclamos con una combinación de distintos quesos, previamente rallados, y nata fresca o queso fresco líquido salpimentado y llevado a punto de ebullición. Horneamos durante unos 20 minutos a 175º y finalmente damos un golpe de grill para gratinar y tostar el queso que recubre la pasta.
La elección de los quesos o el uso de nata cambiará radicalmente el plato permitiéndonos jugar con los sabores e incluso con las texturas. Hoy, por ejemplo, tenía gouda viejo, cheddar curado y un queso con trufa de morella que le ha dado un punto francamente sorprendente (sorprendentemente bueno ;) ).
En cuanto a las proporciones de los ingredientes el plato no tiene mucha complicación: Hacerlo a partes iguales de pasta, queso y nata (o queso fresco) garantiza un buen resultado, aunque podemos variarlas al gusto y sólo es necesario tener la precaución de aprovisionarnos de un poco más de queso que rallaremos sobre la fuente antes de meterla en el horno para mejorar la costra durante el gratinado.
En cuanto a las proporciones de los ingredientes el plato no tiene mucha complicación: Hacerlo a partes iguales de pasta, queso y nata (o queso fresco) garantiza un buen resultado, aunque podemos variarlas al gusto y sólo es necesario tener la precaución de aprovisionarnos de un poco más de queso que rallaremos sobre la fuente antes de meterla en el horno para mejorar la costra durante el gratinado.
Originalmente iba a preparar una fuente de coliflor gratinada pero con un ligero sofrito de tomate (sin llegar a salsa de tomate), zanahorias al horno y un poco de pasta fresca se ha convertido en una espectacular lasaña vegetariana de coliflor y zanahorias.
Uno de esos domingos en los que se intenta aprovechar el horno al máximo y se alterna la preparación de distintos platos para el menú semanal, ha dado como resultado (además de un lomo al tomillo con aceitunas negras y las verduras para una escalibada) esta lasaña, no precisamente ligera, aunque muy sabrosa.
La receta está basada en la de la Lasaña de verduras de Arguiñano aunque con alguna variación en los ingredientes para poder cocinarla con pasta fresca no cocida previamente.
- 1/2 coliflor.
- 4 zanahorias.
- 3 tomates maduros.
- 2 dientes de ajo.
- 3 vasos de leche (2 para relleno + 1 para bechamel).
- 200 ml de nata
- 300g de mozzarella
- Queso para gratinar
- 2 c/s harina (bechamel).
- Sal, aceite, pimienta y nuez moscada.
- Para la pasta fresca: Un huevo, harina, sal y pimienta.
- Preparación.
En primer lugar, preparamos la masa de la pasta fresca para las láminas de lasaña y la dejamos enfriar en la nevera para que se desarrolle el gluten antes de cortar y dar forma.
Picamos la coliflor y las zanahorias y las horneamos durante una media hora a 175ºC en el horno con sal y aceite. Mientras tanto, doramos unos ajos laminados en una sartén grande y añadimos los tomates troceados para sofreírlos (añadiendo a mitad del proceso un chorrito de vinagre). Bajamos el fuego para que no se nos consuman antes de tener lista la coliflor y las zanahorias.
Cuando la coliflor esté lista, subimos el fuego del tomate, la añadimos junto con las zanahorias y salteamos. Cuando comience a caramelizar la zanahoria y antes de que se reduzca completamente el agua de los tomates, añadimos la nata, los dos vasos de leche llevamos a ebullición, salpimentamos y cocinamos sin llegar a reducir (necesitamos líquido para que la pasta se cocine en el horno).
Mientras la crema con la coliflor coge el punto necesario, preparamos la pasta (en láminas de un tamaño adecuado para el molde donde vayamos a hornear) y la bechamel al gusto.
Para montar la lasaña, alternaremos capas de pasta, crema de coliflor, mozzarella y repetiremos dejando para el final la cobertura de bechamel y queso para el gratinado (conviene que cubramos el fondo del recipiente con un poco de crema para evitar que la primera capa de pasta se pegue al fondo).
Horneamos durante unos 45 minutos a 175ºC.
Improvisado plato vegetariano basado directamente en los fideos yakisoba pero en el que he sustituido esta salsa (que incluye ostras) por salsa de soja.
Ingredientes:
- 2 zanahorias ralladas.
- 2 ó 3 hojas de col picadas en juliana.
- 200g de setas shiitake (podemos sustituir por otras más comunes tipo ostra).
- 1 cebolla pequeña picada en mirepoix.
- Fideos tipo ramen (de trigo) al gusto.
- Salsa de soja.
- Aceite de girasol.
- Semillas de sésamo y alga nori en polvo para decorar.
Salteamos las setas con un poco de aceite de girasol (no nos interesa que el aceite de oliva tenga protagonismo) y cuando estén casi en su punto las apartamos del fuego y hacemos lo mismo con las verduras. Agregamos a la sartén los fideos que habremos cocido por separado y las setas que apartamos antes y añadimos la salsa de soja generosamente. Dejamos que reduzca un poco y cuando comience a caramelizar la soja retiramos del fuego y emplatamos.
Para decorar usaremos el alga nori en polvo y las semillas de sésamo.
El arroz de los montes es el nombre con el que se conoce en la comarca de Málaga a un guiso de conejo (o pollo) y arroz caldoso. Este plato es muy típico en las ventas tradicionales del triángulo que delimita la parte baja del Guadalmedina: Almogía, Casabermeja y Málaga.
Aunque, como comentaba al principio la receta tradicional parte de un guiso de conejo o pollo (e incluye su sangre y vísceras), hoy os traigo una versión puramente vegetariana de este plato. Eso si, para aquellos que busquen una versión más tradicional, recomiendo la visita a Pepekitchen, donde encontraréis la receta completa.
- Ingredientes (para 4 personas):
- 4 dientes de ajo.
- 400g de tomate triturado.
- 2 latas de pimientos morrones.
- 2 vasos de vino blanco.
- 3/4 taza de arroz bomba por persona.
- 1 litro de caldo de verduras.
- Aceite de oliva.
- 1 hoja de laurel.
- Sal, pimienta, comino y clavos de olor.
- Preparación:
La preparación es básicamente la misma que explica Pepe Maldonado en Pepekitchen con unas pequeñas variaciones: Salteamos los ajos laminados y cuando comiencen a dorarse añadimos los pimientos morrones cortados en tiras. Cuando el pimiento esté en su punto, añadimos el tomate triturado y sofreímos con fuego alegre.
Con el tomate ya sofrito, añadimos el vino blanco y la hoja de laurel y dejamos hervir para reducirlo. Añadimos el caldo y las especias majadas con una poco de sal y llevamos a ebullición, momento en el que añadiremos el arroz.
Cocemos ahora a fuego lento hasta que el arroz esté en su punto, removiendo con una cuchara de madera de vez en cuando para que este no se pegue, corrigiendo la sal si fuese necesario.
Día invernal, frío, de esos en los que sólo apetece una sencilla y deliciosa sopa bien caliente acompañada por buen pan para entonar el cuerpo. Esta que os traigo hoy está adaptada de la sopa de tomate y pesto del libro The Naked Chef de Jamie Oliver y cumple de sobra esos requisitos.
Ayer, sábado de mercado, aproveché la visita a nuestro verdulero Joaquín para hacerme con unos tomates bien hermosos, bastante maduros, muy aromáticos y desde que los tuve en mis manos supe tenía que hacer una sopa con ellos. Ya en casa, después de hojear un buen rato La cuchara de plata y algún libro más de recetas, me decidí por esta receta de Jamie Oliver porque la idea del pesto sobre la sopa, me parecía apetecible incluso antes de comenzar a cocinar.
Respecto a las modificaciones sobre la receta original principalmente se resumen en la sustitución de uno de los ingredientes (pimientos rojos por pimientos del piquillo, todo un acierto) y en la no eliminación de las pepitas del tomate contraviniendo la recomendación de Oliver. A mi, personalmente, no me hace mucha gracia desperdiciar ingredientes porque si y además, en el caso de las pepitas del tomate y la pulpa que los rodea, creo que son una auténtica delicia.
Sin más, la receta de sopa de tomate con pesto de albahaca.
- Ingredientes:
- 1kg de tomates maduros.
- 200g de pimientos de piquillo asados.
- 1 taza de caldo de verduras.
- 3 dientes de ajo.
- 1 c/s de vinagre blanco.
- 1 punta de cuchillo de ají picado (o guindilla).
- Aceite de oliva, sal y pimienta.
- Opcionalmente, 1 c/s de azúcar moreno (para corregir acidez si fuera necesario).
- Para el pesto, unas hojas de albahaca fresca, aceite y sal.
- Preparación:
Escaldamos los tomates, los pelamos y los cortamos a daditos. Mientras tanto, en una olla salteamos los ajos, el ají y los pimientos cortados previamente en trozos pequeños. Sofritos los pimientos (removiendo de vez en cuando para evitar que se peguen o quemen) añadimos los tomates, tapamos la olla y dejamos hervir unos cinco minutos.
Añadimos la cucharada de vinagre y la taza de caldo, salpimentamos (si al probarla la notamos demasiado ácida, podemos corregirlo con un poco de azúcar moreno durante la cocción final) y comenzamos a hervir la sopa a fuego lento durante unos veinte minutos removiendo de vez en cuando para ir deshaciendo los tomates. Transcurrido ese tiempo, pasamos por el chino (o pasapuré) los trozos que pudieran quedar de carne de tomate o pimientos y continuamos la cocción a fuego medio durante otros quince o veinte minutos hasta obtener la consistencia deseada.
Antes de servir los platos, añadiremos unas cucharaditas de pesto sobre la sopa a modo de decoración. Este peso, que habremos preparado machacando en un mortero unas cuantas hojas de albahaca fresca con un poco de sal y suficiente aceite de oliva, añade un contraste de sabor y textura con la propia sopa mejorando un plato ya de por si sabroso.
El nombre dal (dhal o daal) en realidad no hace referencia a las lentejas sino que, de manera genérica, denomina ciertas legumbres que en Asia se consumen sin piel. Para este plato se recomienda un tipo de lentejas llamado toor dal (podéis encontrarlas en tiendas de alimentos asiáticos) aunque yo la he preparado con lentejas comunes sin piel y el resultado es excepcional.
Esta receta combina perfectamente el sabor de las lentejas sin piel (mucho más fino y menos fibroso que las lentejas normales) con las especias salteadas y el toque agrio del limón y os da la posibilidad de cambiar un aburrido plato de legumbres por algo mucho más divertido y sabroso.
- Ingredientes:
- 225g de lentejas peladas.
- 700g de agua.
- 1 c/c de cúrcuma.
- 1/2 limón.
- 1/2 c/s clavo de olor.
- 1/2 c/s semillas de comino.
- 1/2 c/s jengibre fresco.
- 40g de mantequilla.
- Sal.
- Preparación:
En una olla, ponemos el agua con la cúrcuma y las lentejas y las llevamos a ebullición. Una vez rompa a hervir, agregamos el zumo del medio limón y la sal y dejamos a fuego lento durante media hora.
En una sartén pequeña, derretimos la mantequilla y salteamos a fuego no muy fuerte los clavos con el jengibre rallado y las semillas de comino. Cuando el salteado esté listo, lo añadimos a las lentejas y dejamos que sigan hirviendo a fuego lento hasta que el salteado y las lentejas queden bien ligados.
Servimos en plato sopero y acompañamos con un poco de limón para exprimir unas gotas en el plato antes de degustarlo.
Lo que sucede cuando te pasas par de horas dándole vueltas a un curry rojo de lentejas o plato indio equivalente (¡maldito Andrew zimmern!) y acabas haciéndole un quiebro, es que te toca improvisar algo rápido pero que esté a la altura culinaria de ese plato que en tu imaginación ya habías bordado.
Esta vez el plato improvisado a cuatro manos ha sido una versión sumamente mejorada de los noodles con calabaza y pistacho en el que las hortalizas, antes de ir al wok ya caliente, han sido escaldadas en caldo vegetal durante unos minutos. En este mismo caldo, y una vez retiradas las hortalizas, hemos hervido los noodles antes de añadirlos al wok para un salteado rápido.
Este pequeño cambio en la preparación ha hecho que las hortalizas estén tiernas por dentro pero aun crujientes, consiguiendo un plato muy sabroso y con una consistencia mucho más agradable e interesante.
Con parte de la masa para pizza que tenía preparada, unas aceitunas negras, unos tomates cherry, tomillo y aceite de oliva virgen extra he aviado una focaccia rápida para ir matando el hambre hasta la hora del almuerzo.
Para dos mini cocottes: Una patata mediana, una zanahoria, cuatro cucharadas de curry masala (reservadas del que tenía para el pollo tikka masala que estaba preparando en paralelo) y una pizca de sal a horno fuerte durante cuarenta minutos. Antes de servir, le añadimos un par de cucharadas de crema agria a cada cocotte y un poco de cilantro o perejil.
Patatas, pimiento rojo, un diente de ajo, una pizca de pimienta y romero y un toque de cúrcuma.
Horneadas durante media hora con un poco de aceite de oliva.
Horneadas durante media hora con un poco de aceite de oliva.
Acompañándolas, unas caballas al horno y una Kirin Ichiban.
(Porque, en verano, no todo va a ser perderse por la playa cámara en mano, ¿verdad?)
Hoy os traigo una riquísima ensalada que prepara mi mujer y que es versión de una receta de Fiji sacada de un pequeño recetario de Intermón-Oxfam de ensaladas y entrantes de asia y oriente próximo. Aunque en la versión original se elabora con suero de leche y lleva algún que otro ingrediente más, aquí hemos sacado provecho del suero de preparar el yogurt casero y hemos usado los ingredientes que teníamos a mano (y aunque utilice el plural de cortesía para justificar su publicación aquí, en realidad yo sólo he hecho la foto).
La combinación del yogurt y el perejil le da un toque ácido/agrio muy rico y que combina bien con el aroma del comino y el ají (guindilla o cayena). Muy recomendable en esta época en la que apetecen platos frescos y ligeros.
Actualización: En el más que recomendable Pienso luego cocino de Sonia y Neus podéis encontrar un interesante artículo sobre el suero de leche y el suero de mantequilla (buttermilk).
- Ingredientes.
- 2 tomates grandes cortados en rodajas.
- 1/2 cebolla picada.
- 4 cucharadas de perejil fresco.
- 1/4 chdta. de comino molido.
- 1/4 chdta. de ají molido.
- 175 ml. de suero de yogurt.
Macerar todos los ingredientes excepto el tomate en el suero de yogurt durante al menos media hora. Servir los tomates en un plato y añadir la salsa macerada. Añadir un poco de sal en escamas antes de servir.
Uno de los blogs que sigo con más fruición (el ¿Te quedas a cenar? de Ibán Yarza) me dejó el viernes con ganas de un buen plato de sopa eslava. Pero ese blog tiene un "problema" y es que en él se habla de lugares, gentes y comidas pero no hay recetas. Así que ayer, antes de irme a la verdulería de los Hermanos Gandullo a buscar remolacha, tuve que realizar un poco de investigación para encontrar una receta que me convenciera.
Y no fue fácil porque el borsch, aunque originario de ucrania y partiendo de la remolacha como denominador común, tiene múltiples variaciones según la zona donde se prepare. Finalmente me decidí por una versión vegetariana (quizás no demasiado ortodoxa ya que sofríe los vegetales) preparada con patata, cebolla y crema agria.
Y no fue fácil porque el borsch, aunque originario de ucrania y partiendo de la remolacha como denominador común, tiene múltiples variaciones según la zona donde se prepare. Finalmente me decidí por una versión vegetariana (quizás no demasiado ortodoxa ya que sofríe los vegetales) preparada con patata, cebolla y crema agria.
El resultado final ha sido muy bueno: Una sopa muy sabrosa, contundente (ideal para un día de frío como el de hoy) y el único pero que puedo ponerle al plato es que las remolachas no estaban suficientemente maduras y no han dado al caldo el color púrpura característico de esta sopa.
Antes de dejaros con la receta y aunque ya lo hice en privado, aprovecho ahora para agradecer públicamente a L'Exquisit la recomendación que hizo la semana pasada de este blog. Gracias Sonia. Como ya te dije, me ha hecho muchísima ilusión.
- Ingredientes.
- 1 manojo de remolacha (aprox. 750 g.)
- 1 litro de caldo.
- 1 patata grande.
- 100 ml. de tomate triturado.
- 1 cebolla.
- 3 zanahorias.
- 1 pimiento.
- 100 ml. de crema agria (o queso fresco batido).
- 1 cucharada de vinagre de vino.
- Aceite, sal, pimienta y guindilla.
Picamos cebolla, zanahorias y pimiento y sofreimos en una olla a fuego lento. Doramos las verduras ligeramente y añadimos la patata cortada en mirepoix para continuar el sofrito. Cuando la patata comience a pocharse, retiramos parte del aceite (para que no resulte demasiado grasa) añadimos el tomate triturado, removemos bien y dejamos sofreir todos los ingredientes durante unos diez minutos más.
Pasado este tiempo, agregamos el caldo y subimos el fuego para comenzar la cocción. Cuando las patatas estén bien cocidas, las pasamos junto con el resto del sofrito por un pasapuré y la incorporamos de nuevo a la olla para ir espesando la sopa. Salpimentamos al gusto y añadimos un poco de guindilla picante.
Removemos y añadimos las remolachas que habremos pelado y cortado en trozos grandes junto con una cucharada de vinagre. Bajamos el fuego y dejamos cociendo hasta que la remolacha esté bien tierna (aproximadamente una hora). Transcurrido ese tiempo, corregimos la sal si es necesario.
Para servir, llevamos a un plato la cantidad deseada de borsch y añadimos un par de cucharadas de crema agria o de queso fresco batido con un toque de limón o vinagre. El contraste del sabor agrio con el dulce de la remolacha y el salado de la sopa es delicioso.