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¿Alguna vez habéis estado en Lisboa? ¿Conocéis a alguien que haya estado? Si la respuesta a una de las dos preguntas es afirmativa, es imposible que no hayáis probado o al menos escuchado hablar de los Pastéis de Nata de Lisboa o Pastéis de Belém.
Yo hace mucho tiempo que estoy enamorado de estos dulces (desde la primera vez que visité Lisboa, que fue hace...) pero como se supone que la receta es secreta y los que he probado en otros lugares nunca me han convencido, siempre he creído que sería difícil reproducirlos y no me había animado a prepararlos. Hace unas semanas, sin embargo, encontré esta receta de Pastéis de Nata en Leite's Culinaria y, a simple vista, el resultado me pareció de lo mas apetitoso.
Así que este fin de semana me decidí a probarla siguiendo la receta al pie de la letra. ¿El resultado? Pues pesar de los problemas iniciales con las medidas de los ingredientes y su conversión (tazas en gramos, etc.), muy bueno. Una merienda fantástica y espolvoreados con azúcar glas y canela están muy ricos. Pero... Si. Tienen un pero, el relleno de esta receta tiene demasiada harina para mi gusto y, aunque como os digo están bastante ricos, no se acaban de parecer a los lisboetas.
La próxima vez que los prepare (que será pronto) creo que el resultado mejorará sensiblemente cambiando la masa de las tartaletas por el hojaldre de los cruasanes caseros, reduciendo la cantidad de harina en la crema y aumentando la proporción de yemas, haciendo esta más parecida a una crema pastelera. Entonces os dejaré aquí mi propia receta pero, mientras tanto, podéis consultar la de Leite's Culinaria y adaptarla a vuestro gusto.
Ahora que nadie nos lee, os voy a confesar un pequeño secreto: Aunque lo disimule, soy un goloso redomado.¿Os habéis recuperado ya de tan espectacular y sorpresiva revelación? Bien, sigamos adelante entonces. Soy un goloso y me encantan los gofres (los gofres, los cruasanes, las madalenas, las palmeras de chocolate, las berlinas rellenas y un excesivamente largo etcétera).
Pero hoy nos vamos a centrar en los gofres. En los gofres y en las obviedades. Para hacer gofres hace falta una gofrera. Parece obvio pero, ¿lo es? La gofrera, en esencia, moldea unas cucharadas de masa a un grosor por debajo del medio centímetro en forma de panal y la calienta hasta cocinarla y caramelizarla parcialmente. ¿Qué sucede si te apetece comerte un gofre a una hora intempestiva y no tienes gofrera? Obviamente no vas a poder hacerlos. Pero como no hay cosa más peligrosa que un cocinillas con hambre y tiempo libre para experimentar, hete aquí que la fantástica receta de gofres de Sonia (L'Exquisit) acabó convertida en receta de galletas "gofreras" después de adaptar los ingredientes a los que tenía en la nevera (en casa no uso margarina y la cambié por mantequilla) y pasar por mi horno.
El primer experimento salió bastante rico (unas galletas abizcochadas, muy tiernas) y días después preparé algunas versiones (con canela, con coco, glaseadas,...) con la diferencia de que esta segunda vez si las dejé enfriarse sucediendo algo muy curioso: Pasaron de estar tiernas y abizcochadas a estar crujientes en cuestión de media hora. A ver, los del fondo, menos risas que ya había comentado que soy un goloso.
En fin. Si queréis preparar unas galletas en el estilo de las lenguas de gato con una sencilla receta, tomad nota.
Ingredientes:
- 3 huevos.
- 180 g de harina floja (de repostería).
- 10 g de azúcar vainillada.
- 10 g de azúcar glas.
- 180 g de mantequilla.
- 5 cucharadas de coco rallado fresco.
- Esencia de vanilla.
Preparación:
Ponemos la mantequilla a punto de pomada y la llevamos a la batidora donde la mezclamos con los dos tipos de azúcar y la batimos hasta emulsionar. Añadimos después los huevos y la esencia de vainilla y cuando se haya homogeneizado la mezcla, agregamos la harina tamizada y el coco y seguimos batiendo hasta que tengamos una crema fina.
Precalentamos el horno a 175º y en una bandeja de horno cubierta con papel de hornear preparamos pequeñas porciones de la crema usando una manga pastelera. Ojo aquí porque la masa al entrar en el horno perderá la consistencia y se expandirá mucho por lo que será necesario tener unas cuantas bandejas para hornear de a poco y que las galletas estén separadas entre si.
En el horno las tendremos unos 12-13 minutos (o hasta que se empiecen a dorar) y las dejaremos enfriarse unos quince o veinte minutos en una rejilla para que la textura quede crujiente y podamos apreciar los matices en el sabor. De lo contrario, nos las comeremos calentitas, tiernas y aromáticas y seguro que ninguno de nosotros quiere eso. Ejem.